Dirigida por Hikaru Kondo y Haruo Sotozaki; con las voces de Zach Aguilar, Ryan Bartley, Natsuki Hanae, Griffin Burns y Akira hishida. 155 mins. (Sony Pictures)
Por Julio Cortés
Esta película es una de las más populares del año a nivel mundial, y en Estados Unidos se convirtió en el filme de anime más exitoso de la historia, tras recaudar en su primer fin de semana 70 millones de dólares. El verla en cine es una experiencia única, pero también frustrante, por una poderosa razón que se expone más adelante.
Siempre es de gran utilidad armar una sinopsis que exprese lo más claramente posible el argumento: la película nos muestra los esfuerzos de un grupo de jóvenes que conforman el Cuerpo de Cazadores de Demonios (una organización ignorada por el gobierno), en la Era Taisho de Japón. Destaca Tanjiro Kamado, quien se unió a éstos tras un duro entrenamiento, luego de que su familia fuera asesinada y que su hermana menor, Nezuko, fuera convertida en demonio. Tanjiro ha enfrentado a muchos, junto a Zenitsu Agatsuma e Inosuke Hashibira, además de hacer equipo con los Pilares (Hashira). Destacan Kyojuro Rengoku -Pilar de la Llama- en el Tren Infinito, Tengen Uzui -Pilar del Sonido- en el Distrito Rojo, Muichiro Tokito - Pilar de la Niebla- y Mitsuri Kanroji -Pilar del Amor-, ambos en la Aldea de los Herreros.
Mientras todos participaban en un entrenamiento especial para una batalla final, en la Mansión Ubuyashiki aparece Muzan Kibutsuji, lo cual pone al Cuerpo de Cazadores de Demonios en peligro. Tanjiro y los Pilares son arrastrados por Muzan hacia un espacio misterioso, y en el Castillo Infinito hay un enfrentamiento final, en el que los cazadores pondrán a prueba todos sus conocimientos para vencer a los despiadados demonios.
Esta cinta es la cuarta basada en el exitoso manga Infinity Castle; los otros filmes fueron estrenados en 2020, 2023 y 2024, con varias interesantes estrategias de marketing en Japón. Todas se basan en la popular serie de televisión de anime, producidas por el estudio de animación Ufotable y con los dibujos de Koyoharu Gotouge, primer artista de manga en figurar en la lista anual de la revista Time de las 100 personas más influyentes. La animación de la película es mucho más sofisticada que la de la serie de televisión, con efectos más espectaculares e imágenes más coloridas (más de 20 podrían conformar un cuadro, para colgarlo como una obra de arte en la sala de una casa). Desde el principio hay una violencia extrema que deja corto el contenido de cualquier filme de Takashi Miike y a la clasificación NC-17 como algo light: hay cabezas cortadas, katanas clavadas en ojos y sangre expuesta en la mayoría de las escenas. Esto último lo expongo como una observación y no como una crítica; la película es para adultos, y pude ver afuera del cine la negativa expresa que le daban a la familia de un niño que deseaba ingresar a ver el filme.
Es común ver aquí secuencias en cámara lenta y el iris de los ojos de los personajes principales temblar, escuchar monólogos internos y frases como "respiración de trueno", "respiración de agua" y términos como "rango superior" y "mundo transparente". Los gritos de los encargados del doblaje parece que pudieran provocarles una hernia por su esfuerzo, lo cual no demerita su buen trabajo. Los villanos realmente son temibles y casi invencibles; particularmente causaron temor en mí uno llamado Doma, otro con el look de Wolverine llamado Taigaku, y el más fuerte, Akaza, con líneas tatuadas en su rostro. La cinta cuenta con el máximo de intensidad desde la primera secuencia hasta la canción de Lisa en los créditos finales, pero todo eso no puede ocultar su principal defecto, algo imperdonable en un trabajo de este rango: no hay un texto introductorio, ni una explicación de la historia de los personajes, del conflicto principal, ni de lo que se va a ver en pantalla. Si el enigma presente en las 10 o más recientes películas del Universo Marvel radica en tener que ver previamente series de televisión y filmes pasados, el omitir ese detalle en esta película de Kondo y Sotozaki parace tanto una broma cruel como una exclusión para el espectador neófito en la obra de Gotouge.
Aún así, la película funciona, pero debe de verse en este contexto más como una serie de viñetas (a lo Heavy Metal) con distinta potencia, logrando que uno se interese en los personajes (la última, altamente dramática, tiene una fuerza singular que logra conmover al público). Demon Slayer: Castillo Infinito es una obra maestra en el campo de la animación, y aunque en su narrativa tiene muchos tropiezos, su impacto como espectáculo visual hará que muchas escenas permanezcan en tu mente durante días, quizás semanas o meses. Y eso es un gran cumplido.
👍👍👍
(Fotografías: Cortesía Sony Pictures)