Tardarse media década para presentar un nuevo álbum puede generar desconfianza entre el público, pero el australiano Kevin Parker, mejor conocido como Tame Impala, se tomó su tiempo y logra una colección de temas en su mayoría satisfactorios. Él sigue creando atmósferas en su estilo dance-psicodélico, y en este disco divide los tracks en cuatro gamas: están las canciones pop (My Own Ways y Afterthought) que bien podrían haber sido interpretadas por Dua Lipa (una artista a la que Parker produjo hace dos años); los temas para antros en los que explora el trance, el ambient y hasta los afrobeats (Not My World, Oblivion); las piezas más pop que ha grabado (Piece Of Heaven y Dracula, esta última su primer sencillo en ingresar al Hot 100 de Billboard), y la música electrónica de larga duración (Ethereal Connection y End Of Summer). Por momentos el álbum es denso, pero eso sólo resalta el talento de Parker como hombre orquesta. No hay que dejarse llevar por la portada, que es uno de los puntos flojos de Deadbeat. Puede no ser un disco para todos los gustos, pero en el correcto par de oídos, llega a límites insospechados.
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