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MUST MOVIES.- Stans (Paramount+) - CRÍTICA

Dirigido por Steven Leckhart; con Eminem, Adam Sandler, LL Cool J y Carson Daly. 102 mins. (Paramount+)

Por Julio Cortés

Hace año y medio Eminem dio a conocer que daría inicio la producción de Stans, un documental acerca de los fans que se obsesionan por los artistas a los que idolatran. El concepto sonaba bien, pues estaría basado en Stan, la canción que en el año 2000 se convirtió en uno de los mayores éxitos del rapper, y que trataba acerca de un chico que llevaba su admiración por Eminem hasta límites insospechados. Lo que prometía ser una película con mucha investigación y tono crítico, es en realidad un documental bastante ligero, que sólo cubre un período en la carrera del artista, cuyo nombre verdadero es Marshall Mathers.

Efectivamente, se ven muchos fans de Eminem hablando a la cámara y relatando sus experiencias con respecto a qué canciones y letras los han marcado más, además de conflictos personales. Pero no son freaks peligrosos -lo cual es bueno-, y algunos comenzaron a seguir al artista ya demasiado tarde (de 2013 en adelante). Hay una extraña obsesión del director con una chica llamada Meagan que no dice cosas trascendentes, y resultan más interesantes los relatos de un chico francés que copia su vestuario (con gorra incluida) o una mujer que se ha tatuado varios retratos del rapper. Todas esas declaraciones podrían haberse eliminado, y hay mucho material de archivo de programas de MTV -una empresa subsidiaria de Paramount-, que se repitieron hasta el cansancio hace 25 años.

A medida de que transcurren las entrevistas, se descubre que uno de los verdaderos objetivos del documental es promover la salud mental, ya que Eminem padeció depresión, fue adicto a medicamentos e intentó suicidarse. Se muestran varios videos y fragmentos de sus canciones, como un mensaje que enviaba al público sobre su propia angustia y el querer superar esa etapa. Resulta irónico, porque esos hits eran lanzados como sencillos de humor ligero. En la escena más emotiva de la película, una joven fan lee una carta que nunca le envió al rapper y, llorando, comenta lo que la música de éste ha significado para ella. No deja de haber un distanciamiento entre el artista y los entrevistados, aunque él es sincero y agradece mucho a sus seguidores, diciendo que no sería nada sin su apoyo. 

Hay también intervenciones de Carson Daly (ex conductor del programa Total Request Live de MTV), el rapper LL Cool J (de quien Eminem dice fue su inspiración principal, aunque nunca menciona al trío Beastie Boys, los primero raperos blancos y quienes recomendaron a Cool J a la disquera Def Jam), Ed Sheeran y Adam Sandler; la intervención de este último luce forzada y se debe más bien a devolverle el favor a Eminem, quien apareció en la película Happy Gilmore 2. No podían faltar tanto Paul Rosenberg -manager del artista-, Dr. Dre -su mentor- y el gran productor Jimmy Iovine, ex director de Interscope Records. No hay entrevistas actuales ni con Devon Sawa (el actor que protagonizó el videoclip de Stan y muchos menos con Dido, quien colaboró en esa canción a través del sample de su tema Thank You. En el filme se ahonda en cierto contenido de los tres primeros álbumes de Eminem, pero después hay un repaso fugaz por algunos de sus discos posteriores; en ese sentido, la distribución del material de investigación es muy desigual.

Eminem es un artista brillante, con un gran número de seguidores, pero su carrera se divide en varias etapas: la de finales de los años 90 y principios de los dosmiles, en la que combinaba su imagen bufonesca con la de su alter ego Slim Shady; la de introspección e incursión en el cine, con el estelar en la película 8 Mile (un cult classic); la de las innumerables burlas a otros artistas (hombres y mujeres, y que ya no es viable en esta época, porque le lloverían demandas legales), y la de los últimos 10 años, en la que continúa con momentos de humor, pero lanza álbumes de los cuales sólo el primer sencillo se convierte en hit. Es uno de los rappers más importantes, y su extensa carrera merecería un documental de unas tres horas de duración. Desgraciadamente, Steven Leckhart, director de Stans, en su ambicioso plan de cubrir un panorama de algunos admiradores de Marshall Mathers y a la vez adentrarse en la propuesta artística de éste, se aleja de cumplir plenamente tanto uno como otro objetivo.


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